La bella Caroline Hampton estaba a punto de perder su trabajo de instrumentación quirúrgica en el hospital Johns Hopkings de Baltimore.
Pero apareció el amor sublime en el quirófano del Johns Hopkings, y con él la solución.
William Halsted, figura cimera de la cirugía mundial del siglo XIX, estaba terriblemente enamorado de su instrumentadora.
Y colorín colorado, al poco tiempo se casaron, y todo el mundo clínico en el Jonhs Hospital de Baltimore empezó a usar esos guantes, y de esa romántica idea nacieron luego los de látex.
Feliz día de las instrumentadoras, y que sigan llenando los quirófanos del amor y vocación de ese bello arte y ciencia, siamés de la cirugía, sin el cual ni Halsted ni ningún cirujano después de él, podría brindar tantas bendiciones a sus pacientes.
Fonseca La Guajira.
Octubre 25 del 2021.